Este 10 de Octubre, en el Día Mundial de la Salud Mental, se destaca la creciente crisis en la salud mental, que ha alcanzado proporciones alarmantes en todo el mundo. La pandemia de COVID-19 ha agravado aún más una situación ya preocupante, con un aumento del 33% en los casos de depresión y trastornos por ansiedad. Estos problemas no solo afectan la calidad de vida de las personas, sino que también están sobrecargando los sistemas de salud y resultando en gastos ineficaces.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 33% de los años perdidos debido a discapacidad o muerte prematura se deben a padecimientos mentales. Lo que es aún más alarmante es la brecha del 66% entre las personas que reciben tratamiento y las que deberían recibirlo, lo que subraya la necesidad urgente de abordar este problema.
América Latina ha experimentado un aumento en el número de suicidios, con un promedio de 9 por cada 100,000 habitantes. Además, el consumo de sustancias psicoactivas y alcohol también está en aumento en la región.
Uno de los desafíos más significativos es la disparidad en el gasto en salud mental en comparación con el gasto total en salud, especialmente en países subdesarrollados. A pesar de que expertos de la OMS y el Banco Mundial han destacado el potencial de ahorro al invertir en salud mental, esta inversión sigue siendo insuficiente.
En respuesta a esta crisis, el Comité regional de la OMS ha propuesto estrategias para mejorar la situación de salud mental. Para Argentina, se sugieren acciones como el fortalecimiento de los sistemas de asistencia en salud mental, la complementación de la actual Ley de Salud Mental con enfoque en la rehabilitación basada en la comunidad y la prevención, y la integración de políticas de prevención en los contenidos educativos.
Es imperativo que se tome acción de inmediato para abordar esta crisis de salud mental, promoviendo la conciencia, reduciendo el estigma asociado y fortaleciendo los servicios en esta área crucial. Como se ha destacado, «no hay salud sin salud mental», y es fundamental que esta premisa se refleje en las políticas y acciones a nivel mundial.