En un nuevo informe de la Gerencia General de la CPE sobre la demanda y la facturación de energía en el ámbito de su concesión, comienzan a advertirse señales de alerta parecidas a las registradas en dos momentos de la última década que terminaron en considerables registros negativos, a mediados de 2019 y durante la pandemia por COVID. El informe se publica en revista institucional www.1deoctubre.com.ar
En marzo de 2024, la energía comprada por la CPE a la Administración Provincial de Energía fue de 27,5 millones de kWh; esto representa un descenso de casi un 15% respecto al mismo mes de 2023. Pero este dato, que puede estar condicionado por diferencias climáticas entre un año y otro, se da en un contexto de retracción en la energía facturada (vendida a los asociados) por la CPE, que lleva cuatro períodos consecutivos de registros anualizados con tendencia a la baja. El periplo de paulatinos descensos en el consumo anual de kilowatts hora se inició en noviembre de 2023.
Durante prácticamente todo el año pasado, la energía anualizada facturada mes a mes —últimos doce meses hasta cada mes de análisis— venía registrando incrementos, con un diferencial máximo que llegó al 8,8% en abril, para estabilizarse en los meses siguientes con datos positivos rondando el 6 por ciento. En noviembre comienza una declinación de esos datos positivos hasta llegar al primer valor negativo, en febrero de este año (-0,1%). Con el dato de la compra de energía de marzo, que fue casi un 15 por ciento menor a marzo de 2023, es posible esperar que la energía a facturar durante el período 3 aporte a una sensible caída cuando se analicen los últimos 12 meses de facturación.
Estos dos índices, la compra (demanda) y la venta (facturación) de energía, significan una alerta por varios motivos. Por un lado, lo normal es que el solo crecimiento poblacional nos haga pensar como lógicos posibles aumentos de la demanda de energía: a mayor cantidad de gente, mayor consumo. También sería lógico —en un país sin aislamientos obligatorios por epidemias— el crecimiento de las actividades y la consecuente necesidad de consumir más kilowatts hora.
Pero vivimos en un país que fluctúa en ciclos que en los gráficos estadísticos suelen provocar figuras de parábolas extremas. Los registros negativos en consumos como el de energía indican una caída en las actividades de una región; la cantidad de energía que la CPE le compró a la APE en marzo significa una alerta ya que los valores negativos considerables en las comparaciones interanuales no se registraban desde dos períodos muy determinantes en la historia reciente de la economía del país: julio de 2019 —con una caída anualizada del 8,3%— y marzo de 2021—con 4,3 por ciento negativo—, con la influencia de la pandemia por COVID.
Marzo de 2020 había sido el último mes de consumos en recuperación —luego de la debacle de 2019— hasta que, a fines de ese mes, comenzaron las restricciones de las actividades obligadas por la pandemia. El cierre de comercios, empresas y otras actividades, con la consecuente pérdida de empleos, mantuvieron los valores negativos interanuales hasta marzo de 2021, cuando su comparación interanual registró su primer valor positivo, un 1,5% superior a marzo de 2020. Luego empezó un ciclo constante de registros positivos. Es decir, cada mes se consumía más que en igual mes del año anterior.
Consumos de energía por sector
El 50% de la energía que facturó la CPE hasta febrero de 2024, correspondió a la categoría “Usuarios Residenciales” que, junto a “Grandes Usuarios”, “Comerciales” y “Entes Oficiales”, son responsables del 93% del total de la demanda en el ámbito de la cooperativa. El restante 7% lo componen usuarios rurales, asociaciones civiles (incluidos clubes de barrios y bomberos voluntarios) y algunas industrias.
La energía facturada por la CPE a los usuarios residenciales en febrero de este año tuvo una reducción del 4,1% respecto de igual período del año anterior. Anualizada (consumo de los últimos 12 meses hasta febrero), la caída es del 1,3%. El dato no es menor para la economía de la cooperativa, ya que la participación de la categoría residencial en el total de la demanda, como se señaló, es muy importante. Desde el inicio del actual Ejercicio Económico y Social de la entidad, el 1 de julio de 2023, ya se registraron cuatro períodos consecutivos con reducción del consumo residencial respecto de igual período del año anterior; y, en febrero, el primer registro negativo de la energía anual. Aunque también hay que señalar que estos descensos se dieron en consumos estivales —noviembre de 2023 a febrero de 2024— en una temporada con temperaturas no tan elevadas como en años anteriores. Es sabido que el uso de los equipos de aires acondicionados demanda mucha energía, y estos meses lluviosos no fueron tan cálidos.
Usuarios Comerciales
También en el sector comercial hubo una reducción del consumo interanual. La energía facturada por la cooperativa a los Usuarios Comerciales en febrero, fue un 4,4% menor comparada con el año anterior, y es el segundo período consecutivo de caída. Con los comercios sucedió algo parecido a los residenciales: desde mayo de 2023 se venía registrando un descenso paulatino de los consumos, aunque siempre superiores al año anterior; pero en enero de 2024, el registro de la energía anual fue negativo, es decir que en los doce meses que terminan en enero de 2024 se consumió menos que en los doce meses que terminan en enero de 2023. La merma en los consumos del comercio empezó a ser abrupta desde noviembre último.
Grandes Usuarios
En la categoría Grandes Usuarios se encuentran los diferentes protagonistas de actividades que pueden ser comerciales, industriales, rurales, de servicio y oficiales, es decir del Estado (Casa de Gobierno, los Centros de Abastecimiento de agua de Santa Rosa, por ejemplo). La demanda de todas las actividades privadas abarca en la categoría poco más del 70%; cerca del 30 restante es demanda de entes oficiales. En esta categoría se dio un caso especial: hubo un aumento del consumo, en torno al 14% interanual, en febrero de 2024. El comportamiento en los últimos períodos no ha demostrado diferencias significativas con el año anterior, con indicadores positivos en los dos más recientes. Pero un análisis detallado de los consumos en esta categoría señala que son los Entes Oficiales los que justifican el crecimiento del consumo anual, anclado principalmente en la incorporación de un nuevo consumo con la habilitación del Hospital “René Favaloro”, en Santa Rosa.
El aumento de febrero
En febrero, el gobierno nacional dispuso un aumento del 151% para el precio mayorista de la energía eléctrica. Ese incremento, que sólo reditúa beneficios económicos para las empresas generadoras, en el ámbito de concesión de la CPE se refleja en las facturas que se abonan en abril. Como se esperaba, en algunos casos —usuarios comerciales, industriales, asociaciones civiles, clubes o residenciales sin acceso a subsidios— los nuevos montos de las facturas de luz son considerables y, tanto la CPE como las demás cooperativas eléctricas pampeanas, son la caja de resonancia de los reclamos de la gente. Habrá que esperar a mayo para dimensionar el efecto real del aumento de febrero, en la sociedad y en la economía de las cooperativas prestadoras del servicio.