Alfredo, un hombre común con una familia convencional, se encontró en un punto crítico cuando la empresa en la que había trabajado durante mucho tiempo, Empresa Calzar, cerró sus puertas en el año 2018. La indemnización que recibió marcó un nuevo comienzo para él y sus compañeros de trabajo. Mientras algunos optaron por depositar el dinero en el banco con la esperanza de vivir de las rentas, otros buscaron nuevas oportunidades para seguir adelante. En un grupo mayormente conformado por jóvenes con familias, el cierre de la empresa representó no solo un golpe económico sino también psicológico.
Alfredo, con determinación, invirtió su compensación en la compra de una camioneta Ford F100 para iniciar su propio negocio como fletero. No obstante, su visión emprendedora no se detuvo ahí: expandió su labor incursionando en la recolección de cartones. Cada día, se encarga de retirar alrededor de 400 kg de cartón desechado por diversas empresas de la ciudad, ofreciendo un servicio que va más allá de la mera recolección. Lleva estos materiales a un centro de reciclaje en Buenos Aires, convirtiendo esta actividad en una parte esencial de sus ingresos familiares.
En su hogar, Alfredo comparte su vida con una hija universitaria en Córdoba, otra hija que ejerce como docente y un hijo que trabaja en el medio. Su capacidad para adaptarse y transformar situaciones adversas en oportunidades se hace evidente en esta nueva etapa de su vida. Alfredo personifica cómo la inteligencia y el esfuerzo durante tiempos difíciles pueden potenciar la creatividad y abrir caminos inesperados hacia el éxito.