La reciente votación de la Ley Bases ha revelado profundas divisiones dentro del peronismo, con confrontaciones y mensajes encriptados que han reavivado viejas tensiones. La iniciativa, apoyada por el oficialismo, logró un empate técnico en el Senado, resultando en una derrota para el peronismo que intentaba bloquear su aprobación. La vicepresidenta Victoria Villarruel fue crucial al desempatar y darle la victoria al Gobierno.
Las diferencias internas se hicieron evidentes cuando tres senadores de Unión por la Patria (UP) votaron a favor del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), pese a que el kirchnerismo lo rechaza firmemente. Carolina Moises (Jujuy), Guillermo Andrada (Catamarca) y Sandra Mendoza (Tucumán) se distanciaron del bloque al apoyar este punto, argumentando que era beneficioso para sus provincias. Esto generó molestia dentro del partido, pero fue aceptado como parte de la transición y reacomodamiento político.
La crítica desde el kirchnerismo no tardó en llegar, con figuras como Horacio Pietragalla acusando a los senadores de «venderse» y comprometer el futuro del país. Moises defendió su posición, señalando que la región del norte argentino necesita inversiones y desarrollo, y que el capital es esencial para lograrlo.
El peronismo se encuentra en un momento de redefinición, con una creciente distinción entre el kirchnerismo y los sectores no alineados, que buscan una oposición más constructiva y menos obstructiva. Las votaciones recientes son un reflejo de estas diferencias y del rechazo a la conducción estricta de Cristina Kirchner. Las tensiones internas apuntan a una posible reconfiguración del espacio político peronista en el futuro inmediato.